Mostrando entradas con la etiqueta FOSTEX 280. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta FOSTEX 280. Mostrar todas las entradas

lunes, 13 de julio de 2020

TREINTA Y NUEVE

Al terminar con SU REAL ORDEN ya tenía, como lo he dicho anteriormente, una idea clara: no quería tocar con un baterista humano para poder estipular previamente en qué partes de cada canción se escucharían los sonidos de la percusión y en qué partes el instrumento no aparecería, estaría en silencio. Por si no lo sabés, por lo general, los bateristas no pueden lograr quedarse quietos ni dejar de mover sus palillos y necesitan imperiosamente estar tocando todo el tiempo. Pareciera que sienten que apenas apoyan el culo en la banqueta de la batería, se encienden y no paran hasta que no se levantan. Es raro encontrar delicadeza en ese mundo primitivo de la percusión. No olvidemos que se trata de instrumentos que preceden a los registros históricos y no queda claro si los inventaron para amenizar danzas rituales donde los tipos entraban en un trance hipnótico del que les era muy difícil salir, para comunicarse con alguna tribu vecina con la que mantenían lazos de alguna índole o para romperle las bolas al resto de los instrumentistas que no pueden escuchar bien lo que están tocando porque la bestia del baterista le pega a los parches como si quisiera dejar salir a su otro yo maligno, que no lo deja tranquilo, y mientras tanto lo usa para torturar al resto de la banda. Si bien es cierto que he conocido dos o tres bateristas que aprecio, no puedo asegurar que mi lista se prolongue mucho más.

Lo cierto es que empecé a escribir canciones que un baterista hubiera intentado reformular. Se trataba de ritmos un poquito trabados, imposibles de bailar porque no respetaban las métricas convencionales. La máquina de ritmos que había conseguido me permitía hacer de todo. Además, esas canciones las pude grabar gracias a que mi vieja, ese mismo año, me regaló un portaestudio FOSTEX 280. Se me abrió un mundo impensado hasta ese momento: tenía cuatro pistas y podía grabar un instrumento diferente en cada una y podía hacerlo yo solo, pista por pista. Era lo que siempre había soñado con tener, sin siquiera saber que existía. Gracias a este equipo nuevo, mi guitarra, el “pedo bajo” – que en esa época aún funcionaba, el multiefectos, el pedal de distorsión que me quedaba y la máquina de ritmos pude grabar las cuarenta y cinco canciones que publiqué exclusivamente en formato digital a través del sitio bandcamp.com bajo el nombre de: “Chirriantes demonios primitivos”. La antesala de lo que sería mi proyecto MUTANTES MELANCÓLICOS.

https://mad-ride-records.bandcamp.com/album/chirriantes-demonios-primitivos