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viernes, 26 de marzo de 2021

CIENTO DOS

Otra forma de conocer nuevos valores – al menos para mí – de la lengua francesa se presentó cuando mi vieja se decidió a instalar la televisión por cable en su casa. En TV5, el canal francés, no solo pasan videoclips de algunas novedades sino que ofrecen unos cuantos programas en los que se presentan artistas en vivo. Tocando solos, con banda o simplemente haciendo playback. Lo importante es que empecé a tener acceso a un sinnúmero de opciones, a veces interesantes, otras no tanto, la mayoría para el olvido. Así fue como escuché por primera vez al cantante belga Arno Hintjens interpretando “Les yeux de ma mère” acompañado por un pianista y unos cuantos vasos de whisky. Como el tipo no era franchute, en la Alianza Francesa no había material. Además, a veces canta en inglés y otras en flamand. Lo que debe herir un poco el ego de los francos. A mi no me importó porque el tipo tenía onda y me gustó. El problema era que el acceso a sus discos no resultaba sencillo para un sudaca pobre y subempleado. El azar, la suerte o el culo más grande que la cabeza, se hizo presente cuando mi amigo Cristian – que tiene extremada facilidad, o habilidad, para conocer gente nueva – se hizo amigo de un belga que le regaló no solo dos discos de Arno solista sino, además, un compilado de su anterior grupo TC Matic, con el que seguramente le pasaba el trapo a más de un grupete con ínfulas de punkito redomado del comienzo de la década del ochenta. Según leí muchos años más tarde en una entrevista, Arno se negó a tocar con Public Image Ltd. porque no quería que el nombre de su grupo apareciera más pequeño, en segundo plano, en el cartel de un festival en el que el viejo Johnny Rotten quería ser la vedette. Arno se empacó y se fue con su música a otra parte. Bien hecho. Convicción y valores ante todo. Con los años fui consiguiendo cada uno de sus discos y fui apreciándolo cada vez más. Frontal y con onda. No se avergüenza de usar medias agujereadas, ni de tener un acento particular cuando canta “à la française”, ni de haber olvidado consultar el Bescherelle para conjugar los verbos en sus canciones. Producción cuantiosa, calidad impecable, música con garra, un tipo con las bolas bien puestas que merece mucho respeto. No solo los yankis o los británicos tienen derecho a hacerte mover la patita. He dicho.