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martes, 28 de junio de 2022

CIENTO CINCUENTA Y TRES

A pesar de haber visto el video de “Orpheus” gracias a alguno de mis amigos, una canción que podría haberme enseñado el camino para disfrutar de la música de esta grande, solo me interesé en ahondar en su propuesta cuando escuché su álbum “Blemish” y un tiempito más tarde “Snow Borne Sorrow” del trío que tuvo con su hermano Steve Jansen y Bernd Friedmann, Nine Horses. Publicaron pocos discos pero todos geniales. Con el tiempo, fui comprando otros. Hasta tengo los últimos tres de Japan. 

Debo confesarme, hacer mea culpa y admitir que el primer disco que tuve en el que participaba David Sylvian fue “Rain Tree Crow”, del grupo homónimo. Nombre que parece que los muchachos inventaron para que los fans de Japan no se hicieran falsas ilusiones porque lo que ofrecían, a pesar de contar con los mismos integrantes, era algo bastante alejado del art-pop de los años ´80 al que estaban acostumbrados. Para colmo, no se trataba de canciones tradicionalmente compuestas y arregladas sino de temas que surgieron de improvisaciones que el grupo grabó en el estudio. Luego, las editó, las recortó, las pulió, las toqueteó, para darles una forma más amigable. Todo esto no lo supe hasta mucho más tarde, de lo contrario, este álbum habría estado en mi colección desde mucho tiempo antes. Lo cierto es que mirando discos en la Librairie L´Échange, sobre la avenue Mont-Royal est, vi la tapa de este CD y me llamó la atención. No conocía al grupo, nunca había oído hablar de él hasta ese momento. El nombre que figuraba en el frente me pareció interesante. Además, otra cosa que me llamó la atención fue la etiquetita del precio: “$ 2.00 CAD”. ¡Una ganga! Me lo llevé sin abrirlo. Recién me di cuenta de que participaba Sylvian cuando me puse a leer el librito en el departamento mientras escuchaba por primera vez esa música esquiva. Menos sabía que se trataba del venerado grupo pop. Me enteré al día siguiente, en el laburo, durante la hora del almuerzo. Quedé boquiabierto. Unos años más tarde, como el disco me gustó mucho, compré también la versión remasterizada. Solamente por un bonus track de menos de dos minutos. No hace falta que me mientas. Seguro que alguna vez, vos también hiciste lo mismo. 

domingo, 21 de febrero de 2021

NOVENTA Y DOS

Al tiempito de terminar de grabar el primer disco de NO:ID., nos propusieron participar en un compilado en homenaje a The Cure. El proyecto era bastante ambicioso: buscaban versionar todos los álbumes y canciones que la banda británica había grabado hasta ese momento, hasta el año 2000, y publicar un bodoque de 14 CDs. Lo lograron. No sé cómo. El experimento lleva el título “Concise Pink Pig Atlas: The Whole Cure In The Mirror” y, a pesar de que nunca tuve un ejemplar en mis manos, por las fotos que he visto se lo ve bastante atractivo y muy bien terminado. Pareciera que tiene un acabado a mano que le sienta bastante bien ya que la mayoría de los participantes, todos y cada uno de nosotros exclusivamente conocidos por nuestros progenitores, lo hicimos a pulmón y con poquísimos recursos. Para nuestro grupo no era ninguna novedad la de ajustarse el cinturón porque para grabar el primer disco no habíamos gastado ni un mísero centavo. Lo hicimos con los instrumentos que teníamos y con lo que algunos amigos nos prestaron, que tampoco fueron demasiados. Además, el estudio, aunque lo he popularizado bajo el nombre de El Quinto, no era otro lugar que mi propia casa. Eso sí, para grabar el tema para este compilado, “Another Journey by Train”, que elegimos porque era instrumental y no teníamos ganas de lidiar con la vocecita del viejo Robert, rompimos el chanchito y compramos cuerdas lisas para el bajo. ¿Cómo se nos ocurrió? Charlando con Omar sobre algunos discos que nos gustaban mucho, recordamos “The Waking Hour” de Dalis Car, una magnífica colaboración entre Peter Murphy, cantante de Bauhaus, y Mick Karn, bajista de Japan. (Si no escuchaste ese disco, hacelo ya mismo, no sabés de lo que te perdés.) ¡Cómo nos gustaba el sonido de ese bajo! Nos pusimos a investigar un poco y un amigo nos dijo: “seguro que ese tipo usa cuerdas lisas y, además, el bajo es fretless”. Cagamos. El bajo que teníamos no era fretless. Era lo que podía ser. Sin embargo, tuvimos más culo que cabeza, porque nos enteramos de que otros dos amigos, Mariano Marcos y Gabriel Mateos, habían hecho un experimento con un viejo bajo destartalado. Le habían sacado todos los trastes, habían emparejado y alisado el mástil con algún tipo de masilla, lo habían lijado, emprolijado y barnizado. Finalmente, lo habían transformado en fretless. Para darle un poco más de onda, se encargaron de pintarle el cuerpo al mejor estilo Jackson Pollock. ¡Un golazo! Era justo lo que necesitábamos y nos lo prestaron. En principio, para grabar el tema para el compilado, pero, como nos gustó tanto el resultado, nuestros amigos nos lo prestaron por tiempo ilimitado. Finalmente, pudimos usarlo para grabar nuestro álbum “Sang” completito y, además, para unos cuantos de nuestros posteriores experimentos sonoros.

https://mad-ride-records.bandcamp.com/album/sang