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jueves, 18 de junio de 2020

VEINTINUEVE

Otra fija del mundillo de los grupetes dark era The Mission. Cuando vi el vinilo de “Gods Own Medicine” de fabricación nacional en Cesar Po, me lo compré. En aquella época me gustaba. Creo que las canciones quizás sigan gustándome, aunque hace tanto tiempo que no las escucho que no puedo asegurarlo al ciento por ciento. Lo que sí me parece que puedo asegurar, y con énfasis, es que la imagen de la portada es de una pobreza y de un mal gusto exagerado. Creo que jamás he visto algo tan obvio, ni tan berreta. Decidir poner una estampita en la tapa, porque tocan temas religiosos en sus textos, ya era bastante. Sin embargo, como al parecer esa idea no era suficientemente decadente, decidieron llevarla a cabo de la peor manera posible, para que no quedaran dudas de que el diseño de la tapa era horrible. Agrandaron al máximo un dibujito tipo clip-art – afanado de la colección de ilustraciones del Corel Draw – y lo pegaron sobre un fondo de mármol azul marino y, por si fuera poco, agregaron el dorado – infaltable en toda reliquia religiosa para agregarle la Luminosidad Divina que convence a los pobres feligreses de seguir agachando la cabeza. 

Tuve varios vinilos del grupo: “Gods Own Medicine”, “Children”, “Carved in Sand”, todos con tapas espantosas. Para un cumpleaños, a penas me había comprado la primera máquina para escuchar CDs, un amigo me regaló “The First Chapter” que sucumbió a mi necesidad de cambiarlo por otra cosa que me resultara de mayor interés durante los años 90. Afortunadamente, porque debo admitir que este disco me caía bien, en Montréal compré el CD a escasos cinco dólares y como justito al lado estaba “Gods Own Medicine” al mismo irrisorio precio, no quise abandonarlo a su suerte y me llevé los dos. Aunque, insisto, hace muchísimo tiempo que no me apetece escuchar la música de estos muchachos.