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viernes, 18 de diciembre de 2020

OCHENTA Y OCHO

Mientras el Diseño Gráfico era mi segunda pasión, consultaba y leía libros; miraba y atesoraba revistas; conservaba y coleccionaba recortes, fotos y cualquier pedazo de papel impreso que despertara algún interés en mi retina. En la Alianza Francesa, además de los CDs de música, también tuve acceso a mucho material de este tipo. Tomaba en préstamo todas las publicaciones del tema que tuvieran disponibles. Fue así que me enteré que el cantante de los Têtes Raides tenía un atelier artístico que lleva el nombre de Les Chats Pelés junto a dos colegas. En ese estudio de diseño realizaban todo el material gráfico del grupo: tapas de discos, afiches, volantes, anuncios, esculturas, collages, ilustraciones, escenografías; además de hacer libros para niños muy bonitos e interesantes. Resulta que uno de esos dos muchachos también era cantante y tenía un grupito. Parecían los hermanitos menores de los Têtes Raides. No porque fueran inferiores en calidad, porque a decir verdad eran buenísimos, sino porque eran menos en cantidad de integrantes. Eran solo tres, y con eso bastaba. Atención: uso el pasado al mencionar a este proyecto musical porque, lamentablemente, han dejado de hacer música. Recomiendo ampliamente su breve discografía compuesta por cuatro discos en estudio y uno en vivo. La Tordue probablemente no cause el mismo impacto inicial que sus hermanos mayores, pero los acordes de sus guitarras, las melodías de su acordeón, los sonidos de su batería de cocina y de cada uno de sus otros instrumentos sumados a la lírica de la voz y las palabras de su cantante, perduran y vencen al inexorable paso del tiempo demostrando que la buena música, la buena poesía, son atemporales.