Mostrando entradas con la etiqueta Martín Matalon. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta Martín Matalon. Mostrar todas las entradas

viernes, 4 de diciembre de 2020

OCHENTA Y UNO

Cuando mi vieja se decidió a volver a estudiar francés en la Alianza Francesa, tuve bastante suerte y pude escuchar mucha música que desconocía sin tener que desembolsar un solo pesito. Todas las semanas traía un CD y una historieta de la Médiathèque, en préstamo. Es cierto que no todos los discos que trajo me interesaron, que algunos discos eran horribles, otros espantosos, otros para el olvido, muchos de relleno. Es cierto que muy pocas veces, trajo discos de artistas que me resultaran interesantes, que me hicieran parar la oreja para prestarles mayor atención. Sin embargo, gracias a soportar tantos tragos amargos, tantos sinsabores, tuve la posibilidad de conocer algunas cositas que de alguna forma me marcaron. El artista más obvio del universo francoparlante, encima en la década de los 90, que fue en el momento en el que se lo hizo resurgir porque varios músicos del indie lo mencionaban como una gran influencia, se reconocían deudores de su estilo y hasta le rendían homenaje reversionando sus canciones, fue Serge Gainsbourg, del que pude escuchar la totalidad de un box-set que recopila una vasta cantidad de sus canciones separándolas por épocas. Hablo de los once discos que componen “De Gainsbourg A Gainsbarre”. Hay que reconocer que, a pesar de que su producción presenta altos y bajos, su música sigue siendo más que interesante. Además, si le prestás atención a sus letras, cosa que yo no hago con frecuencia, te das cuenta de que el tipo hacía un laburo fino con la fonética, estudiaba el sonido de cada palabra, permitiéndose desde inventar nuevas palabras hasta mezclar vocablos en distintas lenguas para lograr su cometido. Doble sentidos, burlas, guiños, sinsentidos, absurdos, onomatopeyas, gemidos, grititos, susurros, repeticiones insistentes de letras, vocales o consonantes, de sílabas, de palabras y muchas otras estrategias que lo hacen único. ¿La voz como instrumento musical? Quién sabe.

Tengo que admitir que en esta época también descubrí, gracias a la Alianza, a un compositor argentino, creo que radicado en Francia, sino ¿para qué los franchutes lo van a poner en su catálogo? Cuando mi vieja trajo “Metropolis - Musique Pour Le Film De Fritz Lang” de Martín Matalon, no pude quedar más impresionado. Primero, la gráfica de la portada era muy bonita, impresa con tintas metalizadas, sobre una cartulina de alto gramaje. Segundo, cuando leí que se trataba de una grabación de un concierto en el que habían proyectado la famosa película y habían usado una especie de sonido cuadrafónico, encerrando al público entre parlantes, me intrigó. Por último, cuando lo escuché, no pude más que sentarme para apreciar una obra inmensa. ¡Cómo sonaba! ¡Qué música! Era más poderosa que cualquier grupito de rock que se autodefina como power-lo-que-sea. Pensá que es una música que catalogan como “culta”, “contemporánea”, “electroacústica”, y lo que menos te imaginás es que te va a dejar totalmente despeinado. ¿Y la película? Ni idea. No la vi nunca. Jamás perdí el sueño por eso.

Te preguntarás si todo quedó así. Seguramente ya me conocés y te podés imaginar que no puede quedarme tranquilito y sin hacer nada. La caja de Gainsbourg, no fue tan difícil de conseguir. En el Tower Records de Santa Fe y Riobamba tenían un par de copias. No me quedó otra que tarjetearla y fue mía. El otro fue más difícil. Estuvo descatalogado durante varios años y tuve que esperar a que se les ocurriera republicarlo. Recuerdo que lo pedí por correo directamente al “Ircam” (Institut de recherche et coordination acoustique/musique) del Centre Pompidou de Paris, cuando vivía en Montréal. Recuerdo que estaba emocionado por haber encontrado este disco que había esperado durante tantos años. Lamentablemente, vaya uno a saber porqué, le cambiaron la gráfica de la portada. Pésima decisión. La nueva no es fea, sin embargo, no tiene el mismo impacto que tenía la primera edición. La música, sigue siendo la misma. Impactante, por suerte.