Mostrando entradas con la etiqueta The Church. Mostrar todas las entradas
Mostrando entradas con la etiqueta The Church. Mostrar todas las entradas

sábado, 20 de junio de 2020

TREINTA Y UNO

Un día que fui a la casa de mi compañero de banco de la escuela secundaria, me hizo escuchar a The Church. Tenía “Remote Luxury”. Recuerdo que la foto de la tapa me pareció movilizante, inquietante. Me lo grabé en un casete y lo escuché durante muchos años: me gustaba. Un par de años después, mi amigo Juan Carlos se compró el compilado “Hindsight 1980-1987” en CD doble de caja gruesa y como no tenía cómo escucharlo en su casa me pidió que se lo grabara en unos casetes y me lo dejó en préstamo: lo pude escuchar, degustar y disfrutar durante bastante tiempo. La foto de la tapa de este disco no proponía el giro poético que me había impactado de la otra, sin embargo, a pesar de ofrecer el cliché rockero obvio: los jeans despedazados en las rodillas, las botas de cuero y la guitarrita entre las piernas; algo ofrecía. Quizás, como no mostraba más que eso y no aparecía la trucha de ninguno de los integrantes proponía la reconstrucción del mito a partir de una imagen realista. ¿Quién sabe? Quizás, el flaco salió tan mal en la foto que lo único que valía la pena mostrar era la parte inferior de la foto y se acabó el misterio. No sé cuál sea la razón, pero ambas fotos, a pesar de provenir de universos tan dispares como la ensoñación y la cruda realidad, me siguen gustando. Y los discos también, a pesar de que años más tarde cuando por fin pude escuchar a los Go-Betweens y a los Triffids, sus coterráneos contemporáneos, perdieron varios puestos en mi ranking personal. 

Por suerte, una vez más en Montréal, conseguí el CD de “Remote Luxury” a un miserable dólar en una disquería que estaba rematando todo. Claro, ese día no compré solo ese disco sino que salí del negocio con una pila de diez o doce. Seguramente, si hubiera buscado un poquito más, habría duplicado esa cantidad, pero como había ido en bicicleta, más no cabían en el bolsito que llevaba. Años más tarde, en 2019, ya en Buenos Aires, a través de Mercado Libre, encontré a un flaco de Caballito que vivía a cinco cuadras de mi casa, que vendía “Hindsight 1980-1987”, nuevo, con celofán y a la mitad de precio de lo que podría haber pretendido por un disco importado en esas condiciones. ¡Un golazo! Sin pensarlo, lo compré. No es el de la caja gruesa, pero es doble, tiene la misma lista de temas y la misma foto en la tapa. Estoy muy contento de haber podido escucharlos nuevamente.