Otro grande de cuyas garras no he podido escapar es Leonard Cohen. Su voz cavernosa y varonil. Sus gestos sin tiempo ni apuro. Con él, dejan de importar la destreza y la habilidad. Solo importa la canción despojada y sin decoración. O al menos es lo que quise creer cuando escuché el primero de sus álbumes que sonó en mi equipo, “Songs of Love and Hate”. No era lo primero que escuchaba de él: ya tenía una versión de “Avalanche” interpretada por Nick Cave and the Bad Seeds y el álbum “I´m Your Fan - The Songs of Leonard Cohen by...” en el que una gran cantidad de artistas que me gustaban reinterpretaban su música; sin embargo, era la primera vez que escuchaba esas canciones de primera mano, interpretadas por su creador. Pocos instrumentos, muchas sensaciones. Desgarrador.
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