lunes, 12 de octubre de 2020

SESENTA Y SIETE

Instrumentación austera y limitada superposición de sonidos: ya había coqueteado con estas premisas en “Ojalá pudiera” de MUTANTES MELANCÓLICOS. A mediados de 1995 contaba con cuatro canciones para mi futuro quinto álbum. Las había escrito por encargo para una obra de teatro que lamentablemente nunca vio la luz ni salió de detrás de bambalinas. Quizás, el libreto quedó en pañales. Sin haberlo planeado, cuando me dispuse a comenzar a grabar el nuevo material, me vi obligado no solo a continuar con la filosofía de la economía de recursos que abrazaba desde comienzos de 1994, sino que, además, me vi forzado a ajustar un poco más las clavijas. No para afinar mis guitarras pues no formarían parte de la paleta de sonidos del nuevo proyecto. ¿¡Cómo!? No tuve otra opción: haciendo una maqueta para la facultad me rebané un centímetro de la yema del dedo índice de la mano izquierda, dañando por completo con grandes cantidades de sangre fresca mi trabajo universitario y dejándome temporalmente manco. Conclusión: varios meses sin poder tocar las seis cuerdas. Gracias a este impedimento, tuve que dejar fluir nuevas ideas y animarme a usarlas para “Mi reloj biológico no necesita cuerda”, mi álbum preferido. No te anticipo mucho más, escuchalo. Es el único de mis discos del que no modificaría nada si pudiera volver en el tiempo para regrabar mis obras completas. Es un disco que todavía me sorprende. Es un disco disparador de enseñanzas, aunque alguno no lo acepte y pretenda hacer de cuenta que no lo conoce. Él se lo pierde. 

https://mad-ride-records.bandcamp.com/album/mi-reloj-biol-gico-no-necesita-cuerda


No hay comentarios:

Publicar un comentario