domingo, 1 de noviembre de 2020

SETENTA Y DOS

Algunos dicen que el arte no da de comer, no paga, no da guita. Otros que el arte no alimenta sino que nutre. Algunos dicen que el arte da de comer solo a algunos y sobre todo a aquellos con buenas conexiones y buenos contactos. A lo que otros agregan que el arte da de comer solo en algunas zonas del planeta, quizás en aquellas que se autodenominan “Primer Mundo”. Otros establecen una relación directa entre las cualidades creativas y el padecimiento, el sufrimiento, el malestar, el hambre. Los más lúcidos esperan que el arte nunca sea remunerado para que no se transforme en una obligación, en una rutina, en un trabajo. 

Cuando cumplí veinticinco, recibí como regalo de cumpleaños “Murmur” de R.E.M. en una edición remasterizada y con temas adicionales. Lindo regalo. Inesperado. Hasta ese momento solo tenía “Green”, aunque también conocía otros de sus álbumes y me gustaban. Este grupo siempre me cayó muy bien a pesar de ser bastante masivo. Siempre sostuve que eran unos tipos muy respetables. No creo que se hayan vendido, como se dice vulgarmente de algunos otros. Pienso que cuando la obra de un artista es aceptada y reconocida masivamente, se piensa que el artista empieza a perder algo de lo que se requiere para que sea considerado un verdadero artista y no creo que estos tipos hayan perdido nada a lo largo de su carrera, aunque hay que reconocer que han tenido altos y bajos. 

Decía que pienso que un artista debería observar desde los márgenes para proponer algo novedoso, diferente, hasta visionario, que ofrezca a la gente puntos de vista alternativos que le permitan coexistir con la monotonía al abrirle puertas inesperadas para escapar de las garras del tedio, de lo previsto, de lo prefabricado, del molde al que las sociedades modernas intentan que cada uno de sus miembros se adapte. ¿Mostré la hilacha? ¿No será demasiado? Quizás pensar en estas cosas sea profundizar en un análisis que no merece tanta vuelta. No es grave que a uno le gusten también expresiones artísticas de esas a las que los intelectuales consideran mediocres o de poco vuelo. Si asumo, además, que los intelectuales me parecen tan pelotudos como los que consumen “cultura de masa enlatada”, tengo derecho a haberme decidido a comprar todos y cada uno de los títulos remasterizados y con temas adicionales de la primera época de este grupo que tanto me gusta y que, además, pienso que está por encima de cualquier moda y de cualquier producto fabricado en serie. Es verdad, no puedo ser objetivo. Por otro lado, nunca sabremos si “Dead Letter Office”, “Reckoning”, “Fables of the Reconstruction / Reconstruction of the Fables”, “Lifes Rich Pageant” o “Document” pueden ser considerados como obras maestras del arte universal. Sin embargo, hay que admitir que contienen una buena cantidad de lindas canciones. De esas que logran perdurar en el tiempo sin remitirnos a un momento específico sino que pareciera que están allí desde siempre y se hace difícil concebir un momento en el que no hayan existido. ¿Será eso lo que se define como “clásico”? 

Finalmente, a estos pibes no les fue nada mal: hicieron música de calidad, hicieron un billete y se retiraron en el momento oportuno para no hacer papelones.


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