lunes, 11 de mayo de 2020

NUEVE

Recuerdo que en algún momento se me ocurrió comprar una revista que se llamaba Cerdos & Peces. Creo que era un número que traía letras de The Doors. Hasta ese momento no había podido escuchar nada de ellos. Sin embargo, atando cabos entre todas las informaciones que había ido consiguiendo, me di cuenta de que varios de los artistas que escuchaba (Echo & the Bunnymen, Joy Division), algo le debían al grupo norteamericano. En el verano, en febrero de 1988, en la ciudad balnearia de Pinamar, para muchos una infame máscara de artificial hipocresía que oculta las inequidades existentes en nuestro país, para otros simplemente un lugar no demasiado lejano en el que las playas son aceptables y menos sucias que en otros balnearios, encontré un casete doble recopilatorio que se llamaba “Weird Scenes Inside the Gold Mine” en una librería a la que solía ir al salir de la playa. ¡Me encantó! No fue hasta un tiempo más tarde que escuché uno de sus álbumes completos, creo que “Strange Days”, cuando mi amigo Juan Carlos lo trajo para escucharlo alguna de las tardes en las que compartíamos la música que habíamos conseguido durante la búsqueda semanal. Es un grupo que todavía hoy disfruto mucho y del que por suerte pude comprar un box-set con su discografía completa.


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