viernes, 10 de julio de 2020

TREINTA Y SEIS

En algún momento del año 1991 se rompió mi bandeja giradiscos. Como no era una bandeja de las buenas y ya habían empezado a circular los CDs, no pensé en repararla y compré un equipo para escuchar CDs. Un cambio cualitativo importante. Aunque los defensores del vinilo me salten a la yugular, lo voy a decir: yo prefiero los CDs a los discos de vinilo. Es cierto que los vinilos con su gran tamaño, y su inmensa mística, son objetos preciados para un coleccionista, sin embargo, un CD tiene muchas más ventajas. Primero, no requiere cuidados tan extremos como el vinilo (con las bandejas, sucede lo mismo: que no se dañe la púa, que el brazo tenga el peso adecuado porque sino destruye el surco...) El vinilo se ensucia y la mugre se traduce en una desagradable fritura que te impide disfrutar de los pasajes a bajo volumen de la música. Además, cuando vivís en un espacio reducido, podés almacenar mucha más cantidad de CDs que de vinilos; o, cuando te mudás, no estás obligado a deshacerte de algunos CDs porque no podés transportarlos, ya que muchos vienen en cajitas de plástico, los podés meter en sobrecitos y cuando llegás a tu nueva morada, comprás cajitas nuevas, los volvés a empacar y listo (en mi caso, traje cerca de 3.000 CDs de Canadá, estoy seguro de que no hubiera podido traer esa misma cantidad de vinilos). Un dato que no es menor, es el precio al que los usureros de siempre te quieren fajar los discos de vinilo: primero vendé un par de órganos en el mercado negro y apalabrate al diablo para venderle tu alma y después andá a tu disquería preferida. Finalmente, el mito de que el vinilo suena mejor que el CD, no lo comparto: para escuchar un vinilo, seguro que tenés un equipo razonable, con parlantes medianamente buenos, una buena potencia para amplificar... Para escuchar un CD, muchos usan el estéreo del auto o el minicomponente de plástico que tiene parlantitos de diez centímetros de diámetro. Obvio que en esas condiciones va a sonar mejor un vinilo. Comparalos en equipos con prestaciones semejantes y después hablamos. Igualmente, no te juzgo. Los vinilos, como objeto, son más lindos. Pero, siendo más que pragmático, trato de optar por las soluciones más prácticas. De manera que, apenas compré mi primer equipo para escuchar CDs, empecé a ir al Parque Rivadavia para vender los vinilos que había ido atesorando pero que, lamentablemente, ya no podría escuchar. Por otro lado, mis prácticas musicales cada vez me resultaban más interesantes aunque onerosas. Quería producir sonidos que solo lograría con instrumentos de los que no disponía. Tampoco disponía del dinero suficiente para equiparme. Entonces, decidí que los billetes que ahorrara por la venta de los vinilos lo destinaría a la compra de un multiefectos para la guitarra. Muy a mi pesar, dejé de comprarme nueva música por bastante tiempo, hasta que un día, pude tener en mi casa un equipo YAMAHA FX500. Aún hoy lo uso para mi guitarra. Durante mucho tiempo lo usé para lo que fuera, porque era el único procesador que tenía. Imaginate que para poder comprarlo tuve que vender, además, tres de mis cuatro pedales: el flanger, el phaser y el digital delay. 


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